Obviamente, la canción que le da nombre a este extraño y querido libro de relatos (mi primogénito, para ser más precisos) es la de los Hermanos Lebrón. En realidad el título original del libro era Salsa, Cuento y Control, pero en Monte Avila alguien decidió que Salsa y Control estaba bien y así se quedó.
Ahora, ¿saben qué?, nunca me gustó esa pieza. Dicho de otra forma: el libro no se le parece. El librito tiene espíritu, tono y ferocidad; tanta, que lo he llegado a insultar de lo lindo por barroco, estridente y rebuscado en el lenguaje. Pero es su carácter. Al final aceptas a tu hermano drogadicto, alcohólico o delincuente. Es tu sangre; hay lazos profundos que nada puede romper. A su lado, la canción de los Lebrón parece una niña estúpida que ruega y ruega que la lleves a la discoteca. En serio, escuchen esa cadencia: eso es una sifrina, una chica plástica. Este libro es una mulata explosiva.
Les prometo (y me prometo) buscar y analizar bien en el cancionero de estas latitudes la pieza que mejor encaja, la que le da la talla al librito e interpreta mejor sus candelas interiores.
Mientras tanto, aquí va, a pesar de todo, el homenaje necesario a la canción de los Lebrón que le dio nombre público a mi obra de muchacho inquieto.
Vacila:
Ahora, ¿saben qué?, nunca me gustó esa pieza. Dicho de otra forma: el libro no se le parece. El librito tiene espíritu, tono y ferocidad; tanta, que lo he llegado a insultar de lo lindo por barroco, estridente y rebuscado en el lenguaje. Pero es su carácter. Al final aceptas a tu hermano drogadicto, alcohólico o delincuente. Es tu sangre; hay lazos profundos que nada puede romper. A su lado, la canción de los Lebrón parece una niña estúpida que ruega y ruega que la lleves a la discoteca. En serio, escuchen esa cadencia: eso es una sifrina, una chica plástica. Este libro es una mulata explosiva.
Les prometo (y me prometo) buscar y analizar bien en el cancionero de estas latitudes la pieza que mejor encaja, la que le da la talla al librito e interpreta mejor sus candelas interiores.
Mientras tanto, aquí va, a pesar de todo, el homenaje necesario a la canción de los Lebrón que le dio nombre público a mi obra de muchacho inquieto.
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