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Salsa y control
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miércoles, febrero 22, 2006

Sujétate la lengua

Sujétate la Lengua es una creación del cubano Leonel Bosch. Hasta donde sé, la Sonora Matancera la popularizó en los años 50. Pero fue la versión de Palmieri y La Perfecta, con la pasión de Ismael Quintana por delante, la que caló profundo en los barrios de Venezuela.
Escúchenla:
Esta es la canción con la cual "abro" el conjunto de relatos, a manera de epígrafe aglutinador del espíritu y el tono general del libro. Precisamente por eso mismo parece paradójico: uno no puede ordenarle a un pueblo que se sujete la lengua, nadie puede sujetársela por la fuerza y ni siquiera el propio pueblo puede sujetársela a sí mismo. Radio Bemba es el signo distintivo de los barrios y, en general, de nuestro universo caribe. En cuanto a la obra, si el lector se fija bien se dará cuenta de que en todos los relatos hay un enredo producto, precisamente, del lengüeteo: siempre hay un chisme, una delación, un cuento raro, un malentendido. Salsa y Control es una parábola de la loca utilización de un órgano corporal que la naturaleza diseñó sólo para degustar y que la sociedad se encargó de darle otras aplicaciones, casi siempre sabrosas.
Paradójica también es la actitud de quienes conformamos este universo: todos hemos dicho de la boca para afuera que detestamos la habladuría y el chisme, pero ¡cómo nos gusta ejercerlo, mi hermano! Quien cayó en la lengua "tan larga y viperina", como "la que tiene Josefina", está frito, fulminado de veneno colectivo. Lo de pinga de todo es que ese veneno rara vez mata; a todos nos han inyectado y nos seguirán inyectando de eso cotidianamente, y la cosa sólo trae consecuencias graves cuando alguien decide cobrársela a alguien por las malas. En el relato Noche de línea de luz, la odiosa escena final hace pensar que una rata llamada Fabricio va a joder a la pobre Elisa porque la presiente delatora o chismosa. Pero al final no termina de suceder nada malo. De eso hablamos después.